"Si le va mal a la gran mayoría de los argentinos, nos afecta a todos"
Por Javier Borelli / Desde Nueva York
La primera jornada de actividades de la gira de la
presidenta Cristina Fernández de Kirchner por los Estados Unidos se
inició con una reunión con el empresario multimillonario George Soros en
la que repasó los desafíos de la producción agrícola en el marco de la
actual crisis económica. Al finalizar el encuentro, la mandataria se
desplazó hasta el Consulado argentino en Nueva York donde visitó la
muestra itinerante Evita, pasión y acción, realizada con vestidos y obras de arte alusivos a la figura de la mujer argentina que marcó la política nacional.
"El tema principal de la reunión no fueron las
posibilidades de inversiones. Me interesaba más su opinión sobre lo que
está pasando en el mundo", comentó allí la presidenta al finalizar su
recorrido por la muestra. Consultada acerca del diagnóstico que dio el
húngaro de 82 años que se nacionalizó estadounidense, Cristina señaló
que Soros "augura un futuro promisorio para el país por su capacidad
agroalimentaria".
La visita de Soros había generado expectativas
contradictorias por el pasado especulativo del magnate que trepó hasta
los puestos más altos en el ranking de millonarios en base a sus fuertes
apuestas en el mercado financiero. A tal punto que en 1992 se ganó el
apodo del "hombre que llevó a la quiebra al Banco de Inglaterra", tras
tomar grandes préstamos en libras y convertirlos a otra moneda europea
especulando con una devaluación. La situación se volvió insostenible
para la corona británica y muy fructífera para Soros, quien se calcula
que ese año ganó alrededor de 1000 millones dólares. Pero ese tipo de
manejos no es el único que encendía las luces de alarma, ya que son
varios los intereses que el estadounidense por adopción tiene en el
país.
Como informó Tiempo Argentino en febrero de
este año, Soros cuenta con 14.570 hectáreas en el departamento
correntino de Berón de Astrada destinadas a la cosecha de arroz que son
regadas con recursos hídricos del río Paraná sin haber pasado por el
estudio de impacto ambiental correspondiente. Se vale para ello de una
concesión precaria otorgada por el Instituto Correntino del Agua y el
Ambiente (ICAA). Además, la misma posesión de ese predio quedó sujeta a
revisión luego de que en diciembre del año pasado el Congreso sancionara
la Ley de Tierras. Pese a la expectativa, no hubo información oficial
de que se hubiera hablado de estos temas. En cambio, la presidenta
resaltó la conversación que tuvieron sobre temas de ciencia y
tecnología.
Durante su breve paso por el Consulado, la presidenta
también se explayó acerca de las últimas protestas que se produjeron en
el país. "Algunas medidas, al que tuvo poder en algún momento puede que
no le hayan gustado. Pero en realidad creo que todos los argentinos,
más allá del lugar que ocupen, saben que si le va mal a la gran mayoría
finalmente termina afectando a todos. Hay una parte muy pequeñita que
cree que pase lo que pase en el país no le va a ir mal. Pero en realidad
lo importante es tener gestión y poder gobernar", explicó.
Cristina fue guiada por Gabriel Miremont, el curador
de la muestra, durante todo su recorrido por la exhibición que está
distribuida en las dos plantas de la residencia consular. Antes de
retirarse raudamente perseguida por la prensa, la presidenta hizo un
alto que enloqueció a los encargados de seguridad que la escoltaron en
todo momento. Tras pedirle a Miremont que le aclare si su interpretación
era correcta, la presidenta le pidió al fotógrafo oficial que la
retratara junto a una obra. Era una imagen de Evita dibujada sobre un
pedazo de parquet. La alusión irónica a la frase histórica del
antiperonismo se actualizó en un flash.
La presidenta se retiró cuando faltaban 15 minutos
para las 9 de la noche en Nueva York. Todo su paso por el Consulado
apenas duró una hora. Casi el mismo tiempo que la habían esperado unas
30 personas en la puerta del edificio ubicado a tres cuadras del Central
Park y a ocho del hotel en que se hospeda Cristina. Con banderas
argentinas, camisetas de la selección y otras de Boca Juniors, los
hombres y mujeres conversaban nerviosamente mientras esperaban que el
tiempo pase.
Un hombre con boina, cinturón y chaleco contó que la
esperó toda la tarde en la puerta del hotel y que como no había podido
verla decidió venirse hasta el Consulado para sacarse una foto con ella.
Hace 20 años que vive en Brooklyn pero sigue día a día lo que pasa en
su país. Por eso la ansiedad por ver a la presidenta. Aunque también
reconoció que lo apuraba otro rasgo identitario, se le hacía tarde para
ver la telenovela argentina que sigue por una señal satelital. A su
lado, una mujer que lo doblaba en edad comentaba que sólo quería darle
un beso y un abrazo a la presidenta. Por eso había decidido maquillarse y
ponerse su mejor ropa para la ocasión. Cristina, al igual que había
hecho el día anterior, hizo un alto antes de ingresar al Consulado y
satisfizo las expectativas de quienes la esperaban. Hoy, frente a la
Asamblea General, le tocará hacer lo mismo frente a los ojos del mundo.
Publicado en la edición impresa de Tiempo Argentino el 25/09/12
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