Obama esta vez fue más agresivo y empató la pelea en el segundo round

Por Javier Borelli / desde Nueva York
El presidente Barack Obama mostró los dientes y cargó con dureza contra su rival republicano Mitt Romney en el anteúltimo debate previo a los comicios del 6 de noviembre, realizado en la Universidad de Hofstra (Nueva York). El candidato a la reelección salió decidido a revertir la pálida imagen que había dejado en el primer encuentro hace dos semanas y no perdió oportunidad para criticar al ex gobernador de Massachusetts ni para acusarlo por sus constantes cambios de posturas en la campaña. Romney, que llegaba con el impulso de las últimas encuestas, buscó apegarse a la estrategia de atacar la gestión de Obama pero se vio forzado a asumir una posición más defensiva. El lunes próximo se cruzarán por última vez en la Universidad de Lynn, Florida, uno de los estados clave en la carrera presidencial.
Más de 100 veces ambos candidatos pronunciaron la palabra "trabajo" que fue, nuevamente, la más empleada. Los comités de campaña les habían remarcado la importancia que ese tópico tiene sobre el votante indeciso y ninguno quiso dejar pasar la oportunidad para sumar votos. Romney aseguró que Obama apenas logró mejorar los índices de desempleo porque mucha gente dejó simplemente de buscarlo. El demócrata recordó que varias de las empresas que dirigía el candidato republicano desde el fondo de inversión Bain Capital fueron trasladadas a China dejando personas en la calle, y eso es lo que podía esperarse de su gestión.
Ese fue el tono del encuentro. Las respuestas a la audiencia eran transformadas en ataques al rival que, agazapado, esperaba su oportunidad para saltar a la yugular del contendiente. La falta de discusión sobre la plataforma ya se transformó en una característica de esta campaña, ya sea porque Romney no brinda precisiones sobre los planes aduciendo que quiere discutirlos en el congreso una vez electo, o porque Obama simplemente promete "inclinarse hacia adelante" en alusión a profundizar lo hecho hasta ahora.
El formato del debate, que cambia en cada ocasión, buscó sacarlos de esa lógica sin demasiado éxito. Unos 82 votantes indecisos del área de Nueva York fueron seleccionados por la consultora Gallup para preguntar a los candidatos. Una periodista de CNN, Candy Crowley, conocía de antemano sus inquietudes y repartía la palabra. Pero su rol no quedó en la moderación, Crowley también ofició de árbitro de este segundo round ya que tuvo que advertir a los rivales por algunos golpes bajos (interrumpirse, pasarse del tiempo o esquivar la pregunta) y hasta se atrevió a marcar un punto para Obama cuando Romney negó que el presidente haya hablado de un "acto de terror" al día siguiente del ataque a la delegación diplomática de los EE UU en Libia, en la que murió el embajador Cristopher Stevens. Esa intervención desconcertó al republicano y, aunque parezca nimia, el público lo recordó minutos después cuando las encuestadoras comenzaron a preguntar por ganadores y perdedores.
Apenas había pasado una hora del debate cuando CNN difundió una encuesta que decía que para el 46% Obama se había impuesto sobre Romney, mientras que un 39% opinaba lo contrario. CBS presentó un sondeo entre votantes indecisos que le dio el 37% al presidente, el 30% a Romney y el 33% dijo que fue un empate.
Así cerró una etapa de la carrera presidencial que hace apenas 15 días parecía definida en favor de Obama.  El presidente trastabilló en el primer debate y su rival se le acercó peligrosamente. La contienda ahora está cabeza a cabeza mientras los días pasan y la línea de llegada se acerca. Las fotos de las distintas encuestadoras muestran que uno u otro candidato tiene una ventaja de un pelo, pero con tanta proximidad todos desconfían del photoshop. 

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