Frente al vice de Romney, Biden ganó puntos para los demócratas

Por Javier Borelli / desde Nueva York
El vicepresidente de Estados Unidos, Joe Biden, y el candidato republicano a remplazarlo durante el próximo período, Paul Ryan, se enfrentaron en el estado de Kentucky durante el segundo de los cuatro debates que tendrán lugar antes de las elecciones del 6 de noviembre entre los dos partidos más populares. El demócrata, con varios debates en la espalda, mostró una actitud agresiva durante la hora y media que duró el encuentro y trató de manejar los hilos de la contienda para revertir la pálida imagen que había dejado Barack Obama ocho días atrás. Ryan, debutante en el rubro, reiteró la estrategia de su compañero de fórmula y procuró enseñar su versión más moderada y atacar sobre las deudas de la actual gestión. A 24 días de los comicios, la carrera presidencial está más pareja que nunca. El martes, Obama y Mitt Romney se verán las caras de nuevo. 
Todos habían estudiado al detalle lo que había sucedido el 3 de octubre en Denver y sabían lo que tenían que hacer. Biden necesitaba mostrar los dientes para recuperar el impulso perdido. Ryan debía confirmar que los candidatos republicanos tienen la estatura para hacerse cargo del gobierno. Y hasta la moderadora Martha Raddaz, periodista de la cadena televisiva ABC, tenía la difícil tarea de mostrarse más firme en la conducción del debate luego de las críticas que recibió su antecesor, y ante el desafío que implicaba ser la primera mujer en 20 años en ocupar esa posición. Con un margen tan estrecho para la improvisación, el resultado fue un parejo choque en el que Biden logró sobresalir como protagonista principal.
El actual vicepresidente hizo lo que le faltó a Obama: criticó el cambio de discurso republicano durante al campaña, le achacó su desinterés por el "47% que depende de subsidios del gobierno" (usando una desafortunada frase de Romney durante un evento de recaudación) y resaltó la falta de precisiones en la plataforma política rival. Pero más allá de los ataques verbales, el vicepresidente también buscó sacar ventaja aprovechándose de la inexperiencia de su contendiente. Así, usó la pantalla dividida para reírse sarcásticamente de las declaraciones de Ryan y varias veces lo interrumpió para señalar que estaba diciendo "una sarta de pavadas". El republicano, que se mostró preparado para la ocasión, dejó en evidencia la estrategia respondiendo: "Sé que está bajo mucha presión tratando de remontar el terreno perdido, pero creo que la gente va a entender más si no nos interrumpimos."
Las encuestas, dioses paganos en los comités de campaña, marcaron que no hubo un claro ganador. Para CBS, que realizó un sondeo entre votantes indecisos, el 50% vio mejor a Biden, el 31% a Ryan y el 19% lo consideró un empate. La CNN, editorialmente más cercano a los republicanos, no discriminó entre los votantes consultados y presentó una ventaja para el compañero de fórmula de Romney de 48 a 44 por ciento. Los analistas matizaron las diferencias señalando que los debates de vices raramente inciden sobre los resultados de los comicios. En ese panorama los demócratas salieron más favorecidos, ya que al menos lograron cambiar la imagen pasiva que había dejado su líder.  «


El aborto en la agenda
Cuando faltaban 15 minutos para el cierre del debate, la moderadora Martha Raddaz volvió a tomar el control de la contienda y con una pregunta bajó súbitamente el tono del enfrentamiento entre los dos candidatos a la vicepresidencia de Estados Unidos. "¿Qué rol juega su religión en relación a su posición sobre el aborto?" Los dos, candidatos y profesos católicos, bajaron sus pulsaciones y expresaron sus diferencias.
El republicano Paul Ryan respondió que no ve cómo una persona "puede separar su vida pública de la privada o de su fe". En ese marco se declaró "pro-vida" y explicó que sus motivos son "religiosos", aunque también basados en "la razón y en la ciencia".
Biden, por su parte, aseguró que "en su vida personal" acepta la posición de la Iglesia de que la vida se inicia en la concepción pero que no puede imponer su visión a devotos de otras religiones. Por último, finalizó, "tampoco creo que tengamos derecho a decirle a otra persona, a las mujeres, que no pueden tener control sobre su cuerpo".
La agenda del aborto, así, se metió en la campaña presidencial cuando en Argentina es un tema de candente actualidad (ver páginas 32-33). Y en Estados Unidos, por lo que se ve, genera controversias.

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