"La Argentina es un país soberano y no se someterá a ninguna amenaza"

Por Javier Borelli / Desde Nueva York
La presidenta Cristina Fernández le pidió al Fondo Monetario Internacional que realice una fuerte autocrítica por su rol en la actual crisis mundial y cuestionó duramente las medidas de austeridad implementadas por los países desarrollados. "No estamos ante un problema de la economía, sino que estamos frente a un problema de la política que no encuentra respuesta ni nuevos modelos para darle solución", aseguró Cristina durante su discurso ante la Asamblea General de las Naciones Unidas. En su quinta alocución en la ONU, la presidenta reiteró también el reclamo para que el Reino Unido se siente a dialogar por Malvinas e informó que en los próximos días se producirá una reunión entre los cancilleres de Argentina e Irán para avanzar con la investigación que busca dar con los responsables del atentado a la AMIA.
"Quiero decirle a la titular del FMI que esto no es un partido de fútbol, es la crisis económica y política más grave que se tenga memoria desde la década del '30." Con esas palabras la presidenta argentina respondió directamente a la directora del organismo multilateral, Christine Lagarde, que el lunes había declarado en la capital de los Estados Unidos que si la Argentina no mejora sus mecanismos de medición de la inflación en los próximos tres meses le sacaría la "tarjeta roja". "En segundo lugar quiero decirle que mi país no es un cuadro de fútbol. Es una nación soberana que toma soberanamente sus decisiones y por tanto no va a ser sometida a ninguna amenaza, de que si no hace tal cosa, se le pone una tarjeta roja",  continuó Cristina, quien luego decidió meterse en el juego metafórico y redobló la apuesta. "Si la política es como el fútbol, el rol del director del FMI puede equipararse al titular de la FIFA", razonó. Sin embargo, la máxima organización del fútbol organiza cada cuatro años un mundial con resultados exitosos "mientras que el FMI lleva tratando de organizar la economía del planeta desde los años ochenta y, crisis tras crisis, no logra hacerlo", finalizó Cristina, ganándose el aplauso de las bancadas que suelen ralear en las casi 200 exposiciones que se producen durante el debate general.
La crítica al FMI fue tan sólo la introducción de un discurso que arremetió contra las políticas ortodoxas para enfrentar la crisis y que pidió un cambio de "concepción" de los problemas que afronta el mundo. Apenas terminaba de responderle a su titular cuando una pequeña luz roja comenzó a encenderse intermitentemente en el estrado desde el que hablaba Cristina. La marca que anunciaba el fin de los 15 minutos estipulados para los oradores se transformó también en una señal de alerta para los destinatarios del mensaje durante los siguientes 22 minutos.
Cristina recordó que la crisis apenas se iniciaba cuando ella habló en la Asamblea General en septiembre de 2008. En aquella ocasión, la mandataria responsabilizó a los Estados Unidos por la situación a la que denominó "efecto jazz", en irónica referencia a los nombres atribuidos a otros desequilibrios en los mercados financieros como el "tequila" o el "caipirinha". Luego, retomando ese impulso, se interrogó qué pasaría si otro país tuviera un déficit de la cuenta corriente como tienen los EE UU. "Al ser moneda de reserva y hacerse el 85% de las transacciones comerciales del mundo en dólares, queda totalmente separado de todo ajuste o recomendación del FMI", explicó.
Manteniendo el eje en la crisis, el discurso también hizo alusión a las protestas que ayer se produjeron en España contra las políticas de ajuste  y que fueron respondidas con una fuerte represión. Son "las mismas medidas ortodoxas que se vienen aplicando desde hace décadas infructuosamente", evaluó Cristina, quien luego se refirió a la recuperación argentina post 2001, aunque sin la intención de ponerse de modelo sino de mostrar una experiencia de un país "que fuera usado como un conejillo de Indias del Consenso de Washington".
"Poner en riesgo la Eurozona es algo más que poner en peligro la región. Es poner en peligro también la estabilidad misma del sistema financiero internacional", continuó la presidenta, que volvió a ser una rara avis en el mayor recinto deliberativo a nivel mundial por hacer su discurso sin ayuda de las guías electrónicas dispuestas a los costados del estrado. Apenas se valió de unas hojas con datos de donde salían precisiones que respaldaban sus frases. De allí salió el dato que dimensionó su conclusión: "No menos que un 24% de las reservas de los bancos centrales están en euros."
El canciller Héctor Timerman y el secretario de Legal y Técnica, Carlos Zannini, seguían el discurso desde la bancada argentina. Ambos se movían al compás de las frases como si dramatizaran la puntuación de un texto nunca escrito. Timerman asentía ante cada frase importante y Zannini remataba los puntos y aparte con anotaciones en una hoja. A su lado, también conformaban la delegación nacional el embajador en los Estados Unidos, Jorge Argüello, el vicecanciller Eduardo Zuaín y el Encargado de Negocios de la Misión Permanente de la Argentina ante las Naciones Unidas, Mateo Estremé.
Antes del cierre, Cristina insistió en dos temas que forman tradicionalmente parte de sus  discursos en ese plenario: "La necesidad del reconocimiento del Estado de Palestina, como así también la necesidad del reconocimiento de que Israel viva dentro de las fronteras de 1967" y la reforma del Consejo de Seguridad.
Sobre este último punto, la presidenta además aprovechó para resaltar que la Argentina tendrá entre 2013 y 2014 una banca no permanente en el máximo espacio ejecutivo del organismo multinacional. Sin embargo, aclaró, sólo será un espacio formal del país. Allí "tienen que sentirse representados todos los países que aspiran a la paz como un valor universal", explicó la mandataria.
La presidenta agradeció y recibió los aplausos del auditorio. Bajó del estrado y cumplió con el ritual de esperar la escolta oficial de las Naciones Unidas para retirarse. En el ambiente quedó el eje de su planteo sobre la urgencia de un cambio de rumbo en la conducción de los países centrales. "Temo que muchísimos occidentales:  dejen de creer que un sistema democrático pueden darles las soluciones.Porque los más severos regímenes totalitarios fueron precedidos por fuertes crisis."

Publicado en la edición impresa de Tiempo Argentino el 26/09/2012

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