En medio del paro docente, los padres siguieron en la búsqueda de vacantes

Los chicos, que tendrían que estar en clase, juegan en la escalera del edificio de Coronel Pagola 4181, en Nueva Pompeya. Suben dos escalones y bajan; hablan a media lengua y logran comunicarse. Sus padres –y sus angustias–, mientras tanto, forman fila en el angosto pasillo que termina en una puerta con un cartel colorido: "supervisión distrito 19". Los 50 padres que a las dos de la tarde esperan para presentar su enésima queja por la falta de vacantes eran más de 100 hace dos horas y unos 200 a las diez, cuando decidieron cortar Chiclana y Avenida La Plata en reclamo por el derecho a la educación de sus hijos. Junto a ellos, un grupo de maestros de la Escuela 19, José Martí, los orienta sobre los lugares donde hacer su reclamo y trata de contener su desesperación. La amenaza de descontarles el sueldo que hizo el ministro de Educación Esteban Bullrich no los amilanó. Están de paro por la falta de vacantes, pero igual fueron a la escuela para hablar con los padres y acompañarlos en la defensa de la educación pública.
La fila de papás con niños pequeños sale a la vereda y dobla en el cordón. Unos veinte esperan, carpetas con papeles en mano, para que "alguien nos explique cómo hacer para anotar a nuestros hijos en el jardín". Uno de ellos es Selman Flores, cuyo hijo de cuatro años estaba inscripto en jornada completa para sala de 4 años en la Escuela 3 del distrito 8. O al menos eso pensaba hasta el lunes, cuando lo llamaron del Ministerio para decirle que en realidad tenía vacante en la 11 del distrito 19, jornada simple y turno tarde. Ayer fue con su hijo ahí y se sorprendió al ver que la escuela estaba en obra. La vicedirectora le dijo que hasta que no terminara no podían empezar. Calculaba que eso sucedería en abril.
A dos metros están los maestros de la Escuela 19, que ahora orientan a los vecinos que van llegando. Entre ellos está Silvia Cryan, que enseña inglés en esa institución y en la 13 del mismo distrito. Su caso es paradigmático, a pesar de tener prioridad en el reglamento escolar, su hijo de cinco todavía no tiene vacante. La tuvo en diciembre, en el turno mañana del Bernasconi. Pero en enero se la cambiaron por la Escuela 20 del distrito 8 y por la tarde, a contraturno de sus horas de clase. 
El edificio de la supervisión está tan superpoblado como las aulas del distrito. Los padres se acomodan en los rincones. En el primer piso están los que piden vacantes en el nivel primario, adonde el Ministerio aseguró haber garantizado los cupos. No es el caso de Paula Gimena Galelli, madre soltera de Villa Soldati cuyas hijas de 12 y 9 años por ahora no figuran en el sistema. 
En una oficina de tres metros cuadrados hay nueve personas y tres escritorios, en uno de ellos está el supervisor Adrián Mazzuglia. Suenan teléfonos y se pasan papeles con las escuelas de la zona. En ese ambiente de urgencia sobresalen dos jóvenes con netbooks que sólo responden preguntas. Está en el sistema; o no. Son los enviados del Ministerio y los únicos con acceso al mecanismo de inscripción online. Llegaron las 11 de la mañana, luego de más de una hora de corte de calles.
Enfrente de ellos hay un padre con una cartulina enrollada que reclama vacantes. Le cuenta a Mazzuglia que vive en Perito Moreno y Fernández de la Cruz, que tiene una hija que va a sala de 3 en la escuela 13 y que a su otra hija, que entra en primer grado y tiene prioridad, la mandaron a Agrelo 3231, a 50 cuadras de su casa. "La persona que me llamó por teléfono me dijo que si no aceptaba la vacante que me estaban ofreciendo, mi hija se iba a quedar sin ir al colegio."
El supervisor le dice que la 13 "está hasta el tope" y que no tiene jornada completa para ofrecerle. En cambio, encuentra una vacante en la 11, jornada simple, a cuatro cuadras de su casa. El padre acepta, a pesar de que eso va a implicar que su mujer deje de trabajar por las tardes. Los chicos de la netbook toman nota de la inscripción y Mazzuglia hace pasar al siguiente. "Este es el éxito de la inscripción online", ironiza con pesar.

Publicado en la edición impresa de Tiempo Argentino el 6 de marzo de 2014

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