Alé Alé: cooperativismo a la carta

Los mozos van y vienen con bandejas llenas. Tropiezan con los invitados, que se acomodan en los rincones todavía libres, y siguen con la boca repleta de sonrisas. Sus camisas negras se inflan en el pecho, ahí donde está bordado "Cooperativa Alé Alé". De golpe interrumpen su recorrido para sacarse una foto con los comensales y recibir un saludo de los que siguen entrando: vecinos, viejos clientes, legisladores porteños y nacionales. Todos comparten la alegría del momento: "Hoy es un día para celebrar", cuenta Andrés Toledo, presidente de la cooperativa, que inaugura su nuevo local. Claro que para los trabajadores de Alé Alé, eso sólo puede hacerse de una manera: trabajando.
La mesa principal no está armada para cenar. Sobre el mantel hay placas con pedacitos de azulejo. "Es parte del piso del viejo restaurante que queríamos darle en agradecimiento a todos los que nos apoyaron", explica Ornella Nociti, la abogada que acompañó a los 40 trabajadores desde la primera orden de desalojo, en enero de 2013.
En la mesa de al lado se acodan el diputado nacional Horacio Pietragalla y los legisladores porteños Quito Aragón y Gabriela Alegre (del Frente para la Victoria), José Cruz Campagnoli y Edgardo Form (Nuevo Encuentro), y Aníbal Ibarra (Frente Progresista y Popular), entre otros. En esa mesa y en las otras, muchas más, aseguran los trabajadores, está la clave del día. "La sociedad nos respaldó y se puso en contra de los empresarios. Por eso no nos desalojaron", continúa Toledo.
"Ir a dormir sin pensar que al otro día te pueden desalojar es algo hermoso", trata de explicar su sonrisa el presidente de la cooperativa. Superar esa incertidumbre es apenas uno de los grandes logros de la lucha colectiva iniciada el 28 de diciembre de 2012, cuando el grupo empresario OJA se presentó en concurso de acreedores y cerró La Zaranda, uno de sus seis restaurantes. “Desde que los trabajadores decidimos autogestionarnos, estuvimos turnándonos para dormir en el local y seguir trabajando”, agrega. En ese lapso resistieron cuatro intentos de desalojo, el último de ellos a fines del año pasado.
Aquel 2 de diciembre, sin embargo, se transformó en el inicio de esta nueva historia. El apoyo de clientes, legisladores y hasta el Ejecutivo nacional lograron torcer la decisión judicial y los trabajadores firmaron un acuerdo con los dueños del local de Villa Crespo para poder alquilar ese predio hasta el 31 de julio último. Todo terminó de pegar un giro con un llamado inesperado. "El dueño del inmueble de Cabrera 4270, en Palermo, vio nuestro pedido de solidaridad en los medios y se acercó a nosotros", recuerda Toledo. Era además un viejo cliente de Alé Alé.
En marzo firmaron el contrato de alquiler del nuevo establecimiento y, desde entonces, trabajan en la refacción del local. Como no podía ser de otra manera, las empresas contratadas a través del Instituto Nacional de Asociativismo y Economía Social (INAES) para la obra fueron cooperativas. Y mientras tanto, contaron también con el apoyo del Ministerio de Trabajo, Empleo y Seguridad Social de la Nación, que les otorgó un subsidio con el cual pudieron afrontar el gasto de los dos alquileres simultáneos que pagaron hasta el mes pasado.
"Los dueños nos dejaron quedarnos en Estado de Israel hasta el 10 de agosto. Ahí empezó la mudanza y desde entonces no tuvimos ingresos. Pero para eso fuimos ahorrando para poder sostenernos", prosigue Toledo, que prueba la eficiencia que puede tener la economía solidaria.
Su voz refleja la ansiedad de los días previos a recibir a sus primeros clientes. "De aca al sábado tenemos que seguir trabajando para llegar con todos los detalles. Pero estamos felices por todo lo que se logró y por haber podido mostrar que los trabajadores podemos." Referente de la lucha colectiva, Toledo repite por enésima vez los verbos que más veces conjugó en los últimos dos años para hablar de lo que viene: "Trabajar más que antes y agradecer, demostrar que no fue en vano todo lo que se invirtió acá." «

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