Los documentos de cómo Kissinger armó a las dictaduras del Cono Sur
En la última tanda que colgó en la red la organización creada por Julian Assange figuran cables de los comunicados del secretario de Estado nombrado por Nixon con los embajadores de EE UU en Chile, Uruguay, Argentina y Brasil.
Por Javier Borelli
Durante la década del '70, Estados Unidos apeló a su Programa de
Ayuda en temas de Seguridad para entrenar y equipar a las fuerzas
armadas de los países del Cono Sur con el fin de lograr "objetivos
compatibles con la política exterior estadounidense y su estrategia
militar". Las pruebas surgen de los cables del Departamento de Estado
del período 1973-76, conducido por Henry Kissinger, que publicó la
organización WikiLeaks. Las respuestas de los embajadores
estadounidenses en Sudamérica dan cuenta de cómo el gobierno
norteamericano apoyó a los militares que durante aquellos años tomaron
el poder por la fuerza y traslucen el inicio de la coordinación de
actividades represivas en la región.
"Hay un claro beneficio para los Estados Unidos en lograr que las
Fuerzas Armadas argentinas vean a Estados Unidos como el país
responsable de satisfacer sus necesidades de una mínima
modernización. Estas necesidades coinciden con un período de gran incertidumbre política en la que se espera que el terrorismo político interno continúe degradando la estabilidad política de la Nación", señala un cable firmado por el embajador en aquellos tiempos, Robert Hill, fechado el 24 de mayo de 1974, apenas tres semanas después de que la izquierda peronista fue expulsada de la plaza por el presidente Juan Domingo Perón. El mensaje responde a una comunicación del Departamento de Estado titulado "Objetivos y directrices de la Ayuda en temas de Seguridad", firmado por Kissinger en el que se establecen las intenciones de un programa que otorgaba créditos para la compra de equipos militares y ofrecía instrucción a los oficiales de las Fuerzas Armadas.
modernización. Estas necesidades coinciden con un período de gran incertidumbre política en la que se espera que el terrorismo político interno continúe degradando la estabilidad política de la Nación", señala un cable firmado por el embajador en aquellos tiempos, Robert Hill, fechado el 24 de mayo de 1974, apenas tres semanas después de que la izquierda peronista fue expulsada de la plaza por el presidente Juan Domingo Perón. El mensaje responde a una comunicación del Departamento de Estado titulado "Objetivos y directrices de la Ayuda en temas de Seguridad", firmado por Kissinger en el que se establecen las intenciones de un programa que otorgaba créditos para la compra de equipos militares y ofrecía instrucción a los oficiales de las Fuerzas Armadas.
Según explica el comunicado secreto enviado por el titular del
Departamento de Estado el 8 de marzo del 74 –apenas tres meses después
de haber sido galardonado con el premio Nobel de la Paz– entre los
objetivos principales del programa se encuentran "promover actitudes
favorables hacia EE UU y sus políticas, e influir sobre sus amigos y
aliados para conseguir objetivos nacionales compatibles con la política
exterior estadounidense y su estrategia militar" y "ayudar a obtener y
mantener los derechos, autorizaciones y accesos a instalaciones en
locaciones claves para nosotros y nuestras fuerzas aliadas". Es por ello
que el diplomático asentado en Buenos Aires agregó en su respuesta que
"en concordancia con los principales objetivos del Programa de Ayuda
Militar (…), mantener la influencia de Estados Unidos en los militares
argentinos requiere de un apoyo continuo de los programas de
entrenamiento militar y de créditos para las ventas militares al
extranjero".
La orden enviada por Kissinger, nombrado al frente de la Secretaría
de Estado por Richard Nixon en septiembre de 1973, estaba dirigida a
legaciones estadounidenses presentes en 31 países. Entre ellos, 15
latinoamericanos. La misiva aseguraba que "cada dólar gastado en ayuda
militar a una nación extranjera va a ser considerado tan necesario como
un dólar gastado en equipamiento militar estadounidense". Evidentemente,
el cerebro de la política exterior de la nación norteamericana ya tenía
en mente la estrategia represiva para tener bajo control la región que
se iría puliendo con los días y que alcanzaría su forma más siniestra en
el denominado del Plan Cóndor.
En aquellos años, sin embargo, los vínculos entre las fuerzas
militares sudamericanas ya quedaban probados en la respuesta del
embajador en Uruguay, Ernest V. Siracusa, quien destacó que la armada
uruguaya, que ya había asumido como "primera responsabilidad combatir la
actividad terrorista", seguía necesitando ayuda estadounidense pese a
haber recibido "vehículos militares y policiales de Argentina y
Brasil".
Entre los cables que prueban más claramente la política de
injerencia implementada por Kissinger se destaca el fechado el 17 de
junio del '74 en Brasilia. Allí, el embajador John Crimmins menciona que
"dada la posición geográfica estratégica de Brasil en términos
regionales y de política exterior, y la probabilidad de que las Fuerzas
Armadas brasileñas continúen siendo el elemento predominante en el
gobierno por varios años, uno de los objetivos principales de nuestra
política con Brasil debe ser el mantenimiento de la orientación hacia
Estados Unidos de sus Fuerzas Armadas que, en gran medida, ven los
intereses de seguridad y política exterior como paralelos a los de EE
UU". En esto, finaliza, "el Programa de Ayuda en Seguridad provee de una
herramienta esencial para preservar e incrementar nuestra influencia".
«
Artículo publicado en la edición impresa de Tiempo Argentino el 10/04/2013
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