"La muerte del líder no disolvió al movimiento"
Modesto Guerrero asegura que el proyecto político está en un buen momento que debe saber aprovechar.
"Mientras Dios me dé vida estaré luchando por la justicia de los pobres, pero cuando yo me vaya físicamente me quedaré con ustedes por estas calles y bajo este cielo. Porque yo ya no soy yo, me siento encarnado en el pueblo (…) Pase lo que me pase a mí, no podrán con Chávez, porque Chávez es ahora todo un pueblo invencible." La frase pronunciada por el presidente venezolano durante su última campaña electoral y citada por Ignacio Ramonet en un artículo de agosto del año pasado sirve para entender parte del fenómeno. "Cuando escuché esas palabras entendí que sabía que se podía morir y que quería completar su ciclo político. Y no puedes completarlo si te retiras. Porque él no era un cobarde, era un valiente, un convicto confeso de su idea. Entonces no se retira, no se da un tiro, no abandona", destaca Modesto Emilio Guerrero, biógrafo del presidente venezolano, tratando de explicar los motivos épicos que ya forman parte de la leyenda chavista.
En su libro Chávez, el hombre que desafió la historia, Guerrero destaca que desde niño el líder de la "Revolución Bolivariana" le tuvo temor a la derrota y a la muerte. Sin embargo, con un cáncer avanzado, decidió ir por su reelección en octubre de 2012 y no dar un paso al costado para tratar de recuperarse.
Por Javier Borelli
Es difícil explicar cuándo un hecho deviene en tragedia social. Cuándo la emoción traspasa las fronteras. La tristeza por la muerte de Chávez simplemente se esparció sobre una gran mayoría de la sociedad latinoamericana aun cuando muchos de sus integrantes no se sentían ideológicamente cercanos al líder venezolano. "Mientras Dios me dé vida estaré luchando por la justicia de los pobres, pero cuando yo me vaya físicamente me quedaré con ustedes por estas calles y bajo este cielo. Porque yo ya no soy yo, me siento encarnado en el pueblo (…) Pase lo que me pase a mí, no podrán con Chávez, porque Chávez es ahora todo un pueblo invencible." La frase pronunciada por el presidente venezolano durante su última campaña electoral y citada por Ignacio Ramonet en un artículo de agosto del año pasado sirve para entender parte del fenómeno. "Cuando escuché esas palabras entendí que sabía que se podía morir y que quería completar su ciclo político. Y no puedes completarlo si te retiras. Porque él no era un cobarde, era un valiente, un convicto confeso de su idea. Entonces no se retira, no se da un tiro, no abandona", destaca Modesto Emilio Guerrero, biógrafo del presidente venezolano, tratando de explicar los motivos épicos que ya forman parte de la leyenda chavista.
En su libro Chávez, el hombre que desafió la historia, Guerrero destaca que desde niño el líder de la "Revolución Bolivariana" le tuvo temor a la derrota y a la muerte. Sin embargo, con un cáncer avanzado, decidió ir por su reelección en octubre de 2012 y no dar un paso al costado para tratar de recuperarse.
"Eso ocurre por dos razones", explica el analista venezolano a
Tiempo Argentino tratando de hacer a un lado las emociones que todavía
lo aquejan por los acontecimientos de su patria. "Una es existencial,
está en la condición humana de Chávez y otra es eminentemente política.
Él llegó a ser un líder que no se ponía límites. Eso no es ni bueno ni
malo y no se puede decidir socialmente. Su objetivo era la historia, por
eso no se corrompió ni terminó con una fortuna privada como tantos
líderes similares a él. Era un soñador. No se sentía vivo sin estar al
frente de la batalla. Yo sé que eso lo aquejó psicológicamente y le
aceleró su enfermedad. Los médicos le habían dicho que si hacía la
campaña podía terminar muy mal. Entonces pidió unos días para
reflexionar y concluyó que la hacía. Ahí, además de su condición
esencialista, entró en juego el segundo motivo: que el chavismo estaba
en el peor momento de su tendencia electoral. Desde 2007 había una
marcada estadística de caída del voto chavista. Perdió dos millones de
votantes si se cuentan todas las elecciones desde 2007. Por eso perdió
la mitad de Caracas, siete gobernaciones (entre ellas las tres más
importantes del país), perdió en votos las parlamentarias (aunque haya
ganado más diputados). Maduro todavía no era una figura central y Jaua
tampoco podía serlo."
–¿Y cuán preparado está el chavismo para organizarse y continuar su proyecto político sin su figura principal?
–En Venezuela, desde el año '99 se construyó un sistema político y
un modelo equivocado, porque giró siempre alrededor de un solo hombre.
Lula, Correa y Fidel, sobre todo, le dijeron a Chávez que él concentraba
demasiado y eso era insustentable en el largo plazo. Ese personalismo
murió con Chávez el 5 de marzo, pero venía paulatinamente desapareciendo
desde hace dos años. Una prueba es que en 18 meses de convalecencia
presidencial, Chávez gobernó en forma directa desde el Palacio de
Miraflores más o menos seis meses. Los otros dos tercios de ese período
gobernó un equipo de ministros designados por Chávez y con el apoyo de
un personaje como (el ex vicepresidente) José Vicente Rangel, que no es
ministro pero cumple funciones de patriarca de la izquierda. Entonces,
inadvertidamente se produjo una prueba en que un equipo nuevo ha ido
formándose como sucesor orgánico colectivo de la personalidad de
Chávez.
–¿Qué cambios ya se pueden observar de este nuevo proceso?
–El 5 de marzo, en la primera conferencia de prensa de las 2 de la
tarde, antes de anunciar el fallecimiento de Chávez, Maduro habló en
nombre de la "dirección político-militar del gobierno". Chávez jamás
tuvo que hablar así en 13 años, porque él encarnaba eso. Entonces, uno
puede pensar que esa transición va a ser más ordenada, más armónica de
lo que se preveía un año y medio atrás. Se fue dando y eso es
importante. Aún no se ha consolidado y le quedan pruebas mayores, porque
Maduro debe conducir un equipo gubernamental frente a enemigos muy
duros. Ellos apostaban a que, muerto el cacique, los indios se
disolverían. Porque creen, al igual que el Departamento de Estado (de EE
UU), que nosotros somos indios. Pero resulta que el cacique murió y
estuvo antes bastante alejado del poder y los indios se gobernaron a sí
mismos.
–La prensa extranjera ha especulado con un presunto
enfrentamiento entre el presidente de la Asamblea Nacional, Diosdado
Cabello, y Maduro a pesar de que no se han visto signos en ese sentido.
–Si yo fuera la derecha o la diplomacia estadounidense haría la
misma apuesta, tratar de generar una confrontación para aprovechar un
agrietamiento entre un jefe del Congreso y un jefe político designado.
Resulta que, para mala suerte de ellos, Cabello y Maduro tienen una
buena relación por motivos superiores. Primero, los dos comulgan en el
mismo proyecto político. Los dos han tenido relaciones de colaboración
en el Parlamento previas a la situación actual y los dos tienen una
relación política histórica por un hecho poco conocido: Maduro era el
enlace entre los comandantes (entre ellos, Cabello) y la izquierda civil
entre 1987 y 1992. Cuando se probaban los que tenían que probarse.
Maduro quedó entonces como el hombre de confianza. Así que hay una
relación acerada en más de 20 años.
–¿Cómo podría evaluar el desarrollo de los acontecimientos políticos en estos pocos días tras la muerte de Chávez?
–A diferencia de otros fenómenos nacionalistas del pasado, en
Venezuela la muerte del líder no disolvió al movimiento. El secreto está
en que se perdió al líder poderoso en el momento de la mayor cantidad
de victorias. El chavismo tiene solo dos derrotas electorales (el
referéndum constitucional de 2007 y las parlamentarias de 2010), ninguna
en la calle y una militar de 2002 que la superó con una victoria
militar superior. Pero atención, en muy poco tiempo, que puede ser seis
meses o dos años, el chavismo puede sufrir una fractura por ambiciones o
presiones. Dependerá de la dirección chavista aprovechar este buen
momento de victorias sumadas y unidad cívico-militar para recrearse,
repotenciarse como otro movimiento superior y eso sólo lo logrará por
una combinación de hechos nacionales e internacionales, donde el
principal hecho nacional será que profundice la revolución para llevarla
hasta el final.
–¿Qué implicaría esa profundización?
–Eso significa expropiar tres grupos económicos de la importación y
el comercio que son venezolanos y crean inflación, dependencia,
especulación, conducen y presionan para la devaluación. Principalmente,
el grupo de empresas Polar (centrado en la industria de alimentos y
bebidas). Si el gobierno no los expropia y saca la médula del camino,
esta se derramará sobre el cuerpo y fragilizará por una vía
económico-social lo que la muerte de Chávez no pudo. El otro problema
que es un cáncer en el gobierno es la economía rentista. Si el nuevo
gobierno no logra superarla, no podrá evitar las presiones estructurales
subterráneas del neodesarrollismo que está carcomiendo gobernabilidades
en Brasil, Argentina, Bolivia o Ecuador.
–¿Por qué Chávez no avanzó contra los grupos concentrados que menciona?
–Deduzco que avanzó todo lo que pudo y en algún momento fue
presionado desde el exterior, incluso por amigos, para que no siguiera
avanzando. Lula le dijo un día que estaba muy separado del resto y
Chávez, irreverente, le respondió: "Es que ustedes están muy atrasados."
Las dos cosas eran verdad. Pero Chávez no iba a pelearse con sus
amigos. Así que entre las presiones internas y las de los amigos
externos, fue aflojando. Además, para expropiar al grupo Polar el
gobierno tiene que ir construyendo en paralelo un sistema de
distribución superior o igual porque, si no, va a haber
desabastecimiento masivo y el pueblo se te vuelca en contra. Porque si
no hay comida, no importa si eres chavista, no hay paz.
–¿Y por qué no logró diversificar más la economía para no hacerla tan dependiente del petróleo?
–Ahí la cosa es compleja y no depende ni de gobiernos amigos ni
fuerzas externas. Es un problema estructural del país y no excluyo de
ello la cabeza de la gente. Se ve en el consumo de productos importados.
Venezuela es el segundo consumidor de whisky en el planeta después de
Escocia.
–Algo similar pasa aquí con el ahorro en dólares…
–¿Pero quién ahorra en dólares? Un 15% de los argentinos, como
mucho. En Venezuela son el pueblo, la clase media y la burguesía quienes
sostienen la economía rentística. El 99% tiene esa cultura y la
reproduce como conducta. Un ejemplo, Chávez hizo una cosa muy buena con
empresas argentinas, que fue producir allá sistemas de GNC. Hizo un
programa para regalar por un año gas e instalarte gratis el equipo para
ahorrar en gasolina. ¿Sabes cuántos se inscribieron al plan? Un 12%, fue
un fracaso. Entonces, la gasolina se mantiene subsidiada. Chávez hizo
mucho para cambiar esa lógica, pero no fue sistemático. Además, para
cambiar eso hay que cortar los dispositivos de estructura de la economía
rentística, que no es sólo instalar fábricas. Se ha hecho una cosa
maravillosa contra ella, que es crear una clase profesional gigantesca:
Venezuela es el primer país en producción de profesionales terciarios y
universitarios en el hemisferio según la UNESCO. Eso es crear mano de
obra para una cultura no rentística. Pero mi opinión es que todo eso
depende de un Estado que está secuestrado por una burocracia que se
enriquece y es feliz como nunca con la cultura rentística. Ellos no
quieren cambiar de vida porque es más fácil enriquecerse con la renta
que de forma indirecta con el producto del valor agregado.
–¿Chávez identificaba ese problema?
–En el último Consejo de Ministros de Chávez, del 20 de octubre de
2012, el presidente les dio un regaño a todos los ministros antes de
irse a Cuba donde denuncia a la burocracia que no aplica los planes. Uno
lo puede leer su discurso en Internet titulado "Golpe de timón". Ahí
está retratado de forma indirecta que la burocracia mantiene secuestrada
al Estado. Pero para modificarlo es necesario una democratización de la
información, de la decisión pública. Ahí los movimientos deben pasar de
ser factores sociales a factores políticos. Ese es el secreto, es lo
que falta. «
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