La fuerza de la transformacion social



Los datos demuestran que durante el mandato de Chávez, mejoró la distribución del ingreso a partir de un incremento de la actividad. La lucha contra el desempleo y la expansión de la inversión pública en salud y educación fueron claves.
Por Javier Borelli
Uh, Ah, Chávez no se va!" Cantaba un grupo de unas 20 personas dentro de un corralito hecho con vallas por la policía de Nueva York en la esquina de Madison y 51. Un hombre corpulento en chomba, pantalón corto y medias altas se paró frente a ellos. Los insultó y tras juntar los dedos de su mano derecha apuntando hacia el suelo, realizó un gesto de afuera hacia adentro repitiendo “Ya se van.” Luego giró la mano enfrentando las yemas al cielo y flexionó los dedos como invitando al grupo a pelear. Los 20 vestidos con remeras vinotinto gritaron más fuerte: "Uh Ah, Chávez no se va!", y el tambor que marcaba el ritmo tapó los insultos del hombre que apenas el semáforo habilitó su camino cruzó la calle y se dirigió a la gran bandera de Venezuela que a media cuadra indicaba la sede del Consulado.
Era el 7 de octubre de 2012 y Hugo Rafael Chávez Frías competía por un nuevo período presidencial. Los venezolanos en Estados Unidos lucían su bravuconería sabiéndose mayoría en el país y envalentonados por la aparición de un candidato de unidad en la oposición, Henrique Capriles Radonski. Creían, como ahora, que estaban a punto de conseguir el regreso de sus viejos privilegios. Sin embargo, en unas elecciones elogiadas en todos lados del espectro político por su transparencia, el Partido Socialista Unido de Venezuela se impuso con el 55% de los votos. Los motivos, que los demócratas liberales se obstinaron en negar, estaban en sus planillas de cálculo.
Desde que Chávez llegó a la presidencia, el PBI per cápita de Venezuela aumentó un 54% (de 8040 dólares a 12.430). Ese número, que apenas habla de una buena gestión económica favorecida por el alto precio del barril de petróleo en estos 14 años, cobra otra dimensión al analizar cómo se empleó ese dinero. Cuando Chávez ganó sus primeras elecciones, la mitad de los venezolanos era pobre, hoy son tres de cada diez. El desempleo, que en 1999 estaba en el 14,5%, se redujo hasta el 7,59% en una década y el gasto en salud per cápita casi se cuadruplicó (de U$S 175,5 en 1998 a U$S 663,4 en 2010). Todo esto según datos del Banco Mundial, una entidad dirigida por Robert Zoellick, quien en junio pasado advirtió que "los demócratas de América Latina deberían estar preparándose" para el fin del "régimen" chavista.
El Coeficiente de Gini, el índice más empleado para medir la distribución del ingreso y que cuanto más se acerca a cero expresa mayor igualdad, pasó de 0,4865 en 1998 a 0,3902 en 2011, según el Instituto Nacional de Estadística de Venezuela. Por otra parte, el Índice de Desarrollo Humano, que muestra un mayor nivel de desarrollo cuanto más cerca está de 1, enseña que Venezuela pasó de 0,656 en el año 2000 (por debajo del promedio de América Latina que era 0,680) a 0,735 en 2011 (superando el promedio latinoamericano que quedó en 0,731), según datos del Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD). ¿Qué mayor democracia puede pensarse que aquella que permite a sus ciudadanos salir de la pobreza?
Pero la marca del Comandante de las Fuerzas Armadas Bolivarianas fue mucho más importante que lo que expresan un par de cifras en el papel. Chávez devolvió el protagonismo a las bases, promovió la noción del "poder popular" e incrementó hasta niveles nunca vistos en Venezuela la participación de su ciudadanía. Ese sentido de pertenencia se evidenció aquel 7 de octubre cuando centenares de hombres y mujeres salieron a tocar bocina a la madrugada para despertar a sus vecinos para que fueran a votar. Cuando Chávez triunfó en los comicios en 1998, apenas un 63% de los venezolanos se había acercado a las urnas. Hace poco más de tres meses fue el 80 por ciento.
Analizar sólo al Chávez de Venezuela es también quedarse corto. Su influencia trascendió las fronteras de la Republica Bolivariana con el mensaje del prócer que quedó inmortalizado en el nombre de su país. Chávez profesó la Patria Grande como pocos presidentes latinoamericanos. Rechazó el ALCA en Mar del Plata en 2005 y creó la Alianza Bolivariana para los Pueblos de Nuestra América (ALBA) en su lugar. Promovió la Unasur y la CELAC, dos organismos que expresaron el fin de la hegemonía estadounidense en la región y que defendieron otro concepto de democracia y de soberanía de los pueblos. Levantó las banderas de la revolución cubana y el socialismo, exorcizando demonios y denunciando el espíritu vil de la política imperialista.
Aquel domingo 7 de octubre, los neoyorquinos nacidos en Venezuela se fueron a dormir con la resignación de una nueva derrota. Esos expatriados hoy vuelven a esperanzarse, mostrando una vez más que la distancia entre sus intereses y los de su pueblo son mucho más que los 3500 kilómetros que los separan. «
Artículo publicado en la edición impresa de Tiempo Argentino el 06/03/2013

Comentarios

Entradas populares