Para García Linera, la integración es el proceso revolucionario de hoy
En una exposición de más de dos horas, explicó entretelones del conflicto con las comunidades indígenas por una carretera amazónica y las más recientes demandas de los mineros. "No supimos explicar familia por familia", dijo.
En Bolivia se ven exacerbados los contrastes que hay en toda América Latina", señala Álvaro García Linera, ya sin saco y con la camisa arremangada frente a un auditorio desbordante en el Centro Cultural de la Cooperación. El gesto campechano no le hace perder la elegancia ni la precisión de sus definiciones al reconocido académico y ex integrante de la organización guerrillera Tupac Katari que hoy ocupa la vicepresidencia de Bolivia acompañando a Evo Morales.
En Bolivia se ven exacerbados los contrastes que hay en toda América Latina", señala Álvaro García Linera, ya sin saco y con la camisa arremangada frente a un auditorio desbordante en el Centro Cultural de la Cooperación. El gesto campechano no le hace perder la elegancia ni la precisión de sus definiciones al reconocido académico y ex integrante de la organización guerrillera Tupac Katari que hoy ocupa la vicepresidencia de Bolivia acompañando a Evo Morales.
"Nos equivocamos", reconoce García Linera cuando explica la génesis
del conflicto por la construcción de una carretera que atraviesa el
Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Secure (TIPNIS). Empieza
por la autocrítica quizás para enfatizar esa cualidad que hace a su
gobierno tan distinto del resto. "No supimos explicar familia por
familia" que la intención era unir "un país que no ha logrado cohesionar
su territorio" y, en ello, "dar un golpe a la coalición conservadora"
que hoy se aprovecha de esa situación.
La construcción de una carretera que pretendía unir la Amazonía con
el Altiplano fue una "decisión geopolítica para erosionar el poder de
los hacendados", menciona García Linera en clave política.
Inmediatamente asume un rol pedagógico y traza el mapa de Bolivia en una
hoja en blanco. Explica lo equivocado de aludir a Bolivia como un país
andino cuando casi la mitad del territorio corresponde a la Amazonía. El
tema es que allí reside menos de un 5% de la población indígena, están
virtualmente incomunicados por la falta de una ruta segura y las tierras
son históricamente explotadas por hacendados latifundistas, precisa.
Desde la llegada de Evo Morales se ha logrado romper con el
latifundio ("hasta el 2002 los hacendados tenían 39 millones de
hectáreas y en 2012 tenían 4 millones"), pero no con el proceso de
intermediación, explica. Los pueblos originarios han recuperado sus
tierras para cultivar o pescar, pero siguen dependiendo de los
hacendados para elaborar aquellas materias primas o transportarlas.
El segundo error que cometieron en el caso TIPNIS fue no haber
hecho una consulta pública a la población del lugar antes de anunciar la
construcción de la carretera, admite. Pero el proceso realizado
posteriormente demostró que sí querían la ruta y que había algunos
sectores con intereses ocultos que pujaban en sentido contrario. "Hoy la
carretera no va más, pero nos estamos acercando a las comunidades",
razona el vicepresidente y asegura que tarde o temprano se logrará
unificar a su Estado Plurinacional
Sin acelerarse y procurando no dejar cabos sueltos en su
explicación, García Linera profundiza en la génesis de ese peculiar
movimiento indigenista que se manifestó contra la construcción de la
carretera, y que en la prensa internacional fue presentado como un
enfrentamiento de Morales con sus bases.
Su metodología lo lleva a inventar de modo pedagógico la compañía
europea "Camiones Borón" y la ONG ecologista "Junio", inspirado en sus
dos compañeros de panel, el politólogo Atilio Borón y el diputado
nacional por Nuevo Encuentro Juan Carlos Junio. El vicepresidente
boliviano demuestra en pocos segundos cuán barato es para los dueños de
"Borón" financiar el trabajo de "Junio" en otro país "en vías de
desarrollo" a cambio de un "certificado de preservación medioambiental".
Ese "bono verde" le permite a la empresa de camiones seguir
contaminando en otra región del globo o obtener un beneficio fiscal en
su zona de trabajo.
La claridad del ejemplo ilustra un complejo proceso que García
Linera define como "Plusvalía medioambiental desterritorializada". En la
charla del vicepresidente boliviano se mezcla la teoría ("estoy en mi
etapa leninista", bromea) y la práctica de siete años de gestión.
El conversatorio lleva ya una hora y media y apenas ha respondido a
la primera pregunta del auditorio que agradece el tiempo dedicado sin
pestañear. García Linera sabe que tiene una agenda apretadísima en su
visita al país y que los innumerables compromisos que le esperan deben
acontecer en lo que queda de la tarde, ya que al otro día debe estar de
vuelta en Bolivia para remplazar a Morales, que parte en gira al
exterior. Pese a ello, nada parece apurarlo al desmenuzar el conflicto
de hace dos meses con la Central Obrera Boliviana (COB).
El vicepresidente recuerda que las manifestaciones mineras
reclamaban una modificación en la ley de jubilaciones, justamente una
pieza legislativa que había sido confeccionada en consulta con la COB y
presentada junto con ellos por Evo Morales en 2011.
Tras desarrollar las ventajas redistributivas de esa iniciativa,
García Linera enfatiza que los mineros reaccionaron al darse cuenta que
las nuevas regulaciones de su trabajo les habían permitido a cobrar
sueldos superiores a la media (incluso al cargo de presidente de la
República). De tal forma, sus aportes debían servir también para
compensar al 70% de los trabajadores que no están registrados y a
aquellas personas que no consiguen empleo.
La reacción fue una protesta por el 100% móvil. Tras semanas de
marchas hacia La Paz, el repudio del resto de los trabajadores los hizo
desistir del reclamo. "Ningún gobierno está vacunado contra el egoísmo
corporativista pero lo importante es saber cómo se superan las
contradicciones", concluyó el vicepresidente.
García Linera se disculpa por el extenso desarrollo de sus
respuestas, pero aclara que para él es importante dar a conocer el marco
de los últimos grandes conflictos que desde afuera fueron leídos como
una merma en la legitimidad de Morales. Por el contrario, para el
vicepresidente, las manifestaciones deben entenderse como una muestra
"de la vitalidad del proceso revolucionario".
"Toda movilización es una forma de democratización, de
participación y de develamiento de un problema. Algo está fallando y los
canales de mediación institucional no son suficientes…", traduce. "El
gobierno de Evo emerge precisamente de la movilización social" y su gran
logro, destaca, es haber reconvertido esa "capacidad de movilización,
de organización, en capacidad electoral". Así que pide no
escandalizarse, sino celebrar las marchas en su país, o las que suceden
en Brasil (ver aparte).
Bolivia es un país de 36 naciones indígenas y su gobierno no está
encabezado por un partido, "sino por una elástica confederación
negociada de movimientos y organizaciones sociales". El Movimiento al
Socialismo (MAS), define, es eso: "estructuras que se ponen a discutir
que deben tener en común". Y en ese marco cobran relevancia las
estatizaciones que cada 1º de Mayo anuncia el presidente Evo Morales.
Las empresas en propiedad de todos unen al "aymara del Altiplano, el
petrolero del Chaco y el joven estudiante que viven en mundos aislados y
ahora se sienten partícipes de una comunidad política", clarifica.
Como adelantó al principio de la charla, la perspectiva de García
Linera para Bolivia puede aplicarse a toda Latinoamérica. Por eso el
vicepresidente destaca la importancia de la integración regional y
señala que "es necesaria una nueva ofensiva para potenciar el vínculo
continental".
"Desde las guerrillas de los años '70 no ha habido
internacionalización política como ahora." "Celac, Alba y Unasur son el
proceso revolucionario de nuestra época. Y esa autonomía tiene que
generar una contrarrevolución, que es la Alianza del Pacífico", explica.
"Allí se han atrincherado los países más conservadores del continente
comandados por Estados Unidos."
Sin embargo, esta situación le deja una reflexión alentadora que ya
había sido escrita por Lenin tiempo atrás. García Linera toma un libro y
cita: "la revolución avanza por el hecho de que crea una
contrarrevolución fuerte y unida, es decir, obliga al enemigo a recurrir
a medios de defensa cada vez más extremos y elabora, por lo mismo,
medios de ataque cada vez más potentes". «
Señas de un despertar brasileño
La modalidad de conversatorio que solicitó el vicepresidente
boliviano para su charla en el marco del ciclo "Patria Grande" del CCC,
permitió que el auditorio consultara a Álvaro García Linera por su
visión de las manifestaciones en Brasil. "Tengo más dudas que certezas",
advirtió como buen cientista social, aunque arriesgó que en su opinión
no se trata de una lucha por cambiar el orden dominante, sino que se
trata de "explosiones propias de clases medias emergentes en tiempos de
expansión económica, que dan lugar a luchas por la redistribución".
Como en Bolivia, destacó, "las movilizaciones vienen a
democratizar". Aunque para que haya cambios, agregó, es necesario que
sus reclamos se plasmen en una plataforma que les dé organicidad. Si eso
no ocurre "sólo habrá sido un poco de aire fresco". No obstante, nunca
dejará de ser una "llamada de atención" de la que "todos tenemos que
aprender". Por último, remarcó que estas recién son "las primeras señas
de un posible despertar social en la República de Brasil".
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