Durante tres días, El Dorrego recibió a miles de fanáticos del cómic y el animé

La primera edición nacional de la famosa convención de historietas y cultura pop contó con la participación del ilustrador Ciruelo, referente de la "fantasía épica", entre otros invitados. Hubo shows, charlas y concurso de cosplay.
Por Javier Borelli

Frodo Bolsón empina la botella de agua mineral apenas le entrega un billete al kiosquero. Detrás, el pirata Jack Sparrow se seca el sudor mientras espera que el hobbit se corra para poder pagar su gaseosa de dos litros que ya transpira por los cinco minutos de cola que hizo su comprador.

La imprevista escena no forma parte de ninguna película ni se trata de una publicidad destinada al público juvenil, sino que ocurre en pleno barrio de Colegiales un domingo de 32 grados de temperatura. El motivo: a una cuadra de allí se lleva a cabo Argentina Comic Con 2013, la primera edición local de la convención de comics y cultura pop más famosa del mundo, que además es una plataforma de anuncios y presentación para la industria del entretenimiento.

El predio ferial El Dorrego está repleto en el último día de la convención. Cientos de personas y personajes se pasean por los pasillos del antiguo mercado metropolitano observando los más de 100 puestos que ofrecen libros y revistas de historietas, muñecos de personajes y accesorios para vestirse como los protagonistas de las historias de ciencia ficción más populares.

La circulación de a ratos se dificulta porque algún niño le pide a Lara Croft que se saque una foto con él o porque el Hombre Araña se pone a bailar una música inexistente –pero muy agitada– con un personaje femenino de tez colorada que se presume muy famosa en el ambiente del animé, como se denomina a la animación de procedencia japonesa. Todo ello debajo del techo de chapa de El Dorrego que eleva la temperatura del predio.

En esas condiciones trabajan Mariángeles Capparelli y su equipo de maquilladoras tratando de hacer que un joven se transforme en un fauno típico de una película de ciencia ficción. Al chico, que ya tiene dos horas manteniendo el rictus facial, todavía le falta una más con cinco personas retocando el maquillaje de su cara. Difícil es imaginar cómo lucía antes de que le colocaran dos cuernos pronunciados y una peluca de rastas. Con las manos quietas por no saber manejar sus nuevas uñas extremadamente largas, lo único que mueve son sus pies, que bailan a diez centímetros del piso.

Capparelli cuenta que el proceso empezó hace una semana, cuando le tomaron el molde de la cara al actor para hacer una prótesis de silicona que cubrirá su nariz y sus pómulos. Todo este trabajo se hizo rápido para el evento, pero idealmente los tiempos son más largos, agrega la maquilladora, que ya tiene 15 años haciendo este tipo de trabajos y que actualmente recibe mucha demanda del cine Clase Z, que ha resurgido en el país y que procura evitar el retoque digital hollywoodense.

Decenas de personas rodean al equipo de Identikit Maquillajes tratando de ver el detrás de escena, entre ellas una chica que tiene todo su cuerpo pintado de verde y cuyo rostro muestra surcos de un color más claro y algunos globitos. "Soy She-Hulk (prima del forzudo hombre verde creación de Marvel Comics), pero estoy así por el calor”, le cuenta a Tiempo Argentino.

Detrás de ella, otras personas se abanican con las historietas de cortesía que entregaban junto con la entrada a la convención. "Esta es una Yukata de verano japonesa", explica Ezequiel del puesto Aldea Shinigami, especializado en animé. El vestuario, parecido al kimono pero más liviano, es parte de los accesorios que comercializan para los fanáticos del cosplay, como se denomina a la práctica de disfrazarse como un personaje de historieta, película, serie o hasta videojuego.

Ezequiel, que se ventila con su abanico también de origen nipón, ganó varios concursos de cosplay (ver aparte) cuando la actividad era menos popular. “Hoy viene más gente y también personas más chicas", agrega León, su compañero de venta en el stand. María Esperanza tiene cara de loba y se pasea por El Dorrego de la mano de un chico.

Ella caracteriza un personaje del juego Okami, de Playstation 2. Su nombre de fantasía es Amaterasu, diosa del sol en el shintoismo, la segunda religión con mayor número de fieles en Japón. No recuerda bien desde cuándo se disfraza, pero su novio, vestido de persona común, no duda. "El 23 de enero de 2012", afirma. Ese día se conocieron y empezaron su noviazgo.

En Comic Con hay filas por todas partes. La que fluye más rápido es la de la entrada. No se llega a acumular mucha gente, pero siempre avanza sobre la calle Zapiola, cerrada especialmente por esta reunión. Adentro hay cola para que el ilustrador Ciruelo firme autógrafos, para poder usar los probadores donde entran personas y salen personajes y, la más larga de todas, para comprar bebida fría.

Sobre la puerta que da a la calle Freire están los baños, pero en la puerta un cartel anuncia que están "habilitados solo para mojarse". Para el resto están los baños químicos del lado de afuera del predio, donde también hay mangueras para bajar la temperatura de los asistentes que no se amilanaron por el calor.

Las preguntas que allí se escuchaban eran tanto por el lugar para conseguir alguna publicación o accesorio, como por saber dónde habían comprado la bebida. Es que hacía falta mucha agua para apagar el fuego de los fanáticos.

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La actuación, más allá del disfraz

El joven con la máscara blanca con agujeros y un machete se sube al escenario principal del Comic Con y pide la música. Detrás aparece otro con un buzo rojo a rayas negras y cuchillas en lugar de dedos y se le aproxima amenazante. La música pone efectos sonoros a la coreografía de pelea entre Jason y Freddy Kruger con la que los chicos que los representan esperan ganar el tercer concurso de Cosplay de la convención. Los movimientos no son precisos, pero el esfuerzo es retribuido con un aplauso por los 50 espectadores.

Su sueño, sin embargo, termina pronto. El presentador llama al siguiente concursante pero anuncia que no es necesario explicar a quién caracteriza. El público estalla en aplausos al ver a un hombre muy parecido a Hugh Jackman personificando a Wolverine en la última película de la productora estadounidense Fox. Tal es la reacción que el presentador le cede el micrófono para que el hombre agradezca, saliéndose del personaje. Gatúbela, al lado del cronista de Tiempo Argentino, se toma la cabeza indignada: "Lobezno no hace discursos."

La cifra
En 1970 se inició Comic Con, en San Diego, California. Se repite anualmente y es la más concurrida de su tipo en el mundo.

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