“Cuando me tocó el caso, sabía lo que iba a ocurrir”

Por Javier Borelli
"Cuando me tocó por sorteo el caso del franquismo, ya sabía lo que iba a ocurrir y, a pesar de eso, entendí que era mi obligación hacerlo”, explica Baltasar Garzón, el magistrado español que juzgó al represor Adolfo Scilingo por haber cometido delitos de lesa humanidad en la Argentina, cuando todavía estaban vigentes las leyes de impunidad, frente a un colmado auditorio en el Centro Cultural de la Cooperación. “Cuando inicié la investigación en el caso de corrupción conocido como Gürtel y que afectaba a varias estructuras del Partido Popular, también sabía lo que podía suceder”, insiste sin reflejar en la voz la resignación que sus palabras generan en sus oyentes que conocen el final de la historia. Garzón fue acusado de prevaricato (haber tomado determinaciones a sabiendas injustas) en dos casos, encontrado culpable en uno de ellos, inhabilitado para ejercer como juez por once años y, posteriormente, expulsado de la carrera judicial.
“¡Aguante Garzón!”, gritan desde las butacas cuando el magistrado afirma que, pese a la sanción, va a seguir reclamando “aquello que creo que es de rigor y es la atención y protección a los derechos de las víctimas. No sé cómo lo voy a hacer, pero mientras me quede aliento lo haré.” Los aplausos tapan el final de la última palabra.
En la primera fila lo miran emocionadas Estela Barnes de Carlotto y Tati Almeyda, representantes de Abuelas y Madres de Plaza de Mayo, las organizaciones de Derechos Humanos que simbolizan la lucha por la Memoria, la Verdad y la Justicia en el país. “Mi concepción de la justicia cambió a partir de las Madres y Abuelas”, cuenta el español, permitiéndose un milimétrico gesto que refleja la emoción contenida y que, como advirtió al inicio de su discurso, no quiere liberar.     
A su lado, Dolores Delgado Díaz, la fiscal española que trabajó con Garzón durante 17 años se muestra más permeable al clima que rodea la charla programada en el marco de la semana “España en el corazón de la Argentina”. Delgado Díaz señala que las causas que le abrieron a Garzón fueron contra “las cosas que más le han pesado en la vida: sus convicciones, su profesionalidad y su honestidad. Cuestiones a las que él respondió como siempre con su única herramienta que es la ley.” 
Garzón fue encontrado culpable de vulnerar los derechos de la defensa en el caso Gürtel, se declaró prescripta una acusación por presuntos sobornos, y fue absuelto en la causa del franquismo por considerar que no había cometido prevaricato al declararse competente para juzgar los crímenes cometidos durante la dictadura de Franco. Sin embargo, esta última sentencia, “absuelve a Garzón pero condena a la memoria”, explica Delgado Díaz, y recuerda que en esta se argumenta que el derecho a la verdad no forma parte del Derecho Penal español. Una cuestión que el propio Garzón se encarga de replicar con un ejemplo cercano: “Acá tampoco existió en un momento el derecho a la verdad. Entonces en España hay que crearlo.”
Publicado en Tiempo Argentino el 02/03/12

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