"Era momento de salir de lo oscuro"

Fabio "mosquito" Sancineto, maestro de la improvisación y militante por la igualdad de género y los derechos de las minorías, vivió la vuelta de la democracia como una fiesta que le permitió su completa metamorfosis en Mosquito, pero advierte: "Siempre hay que cuidarse de la derecha."
Por Javier Borelli
Fabio Sancineto vivió el paso de la dictadura a la democracia en su propio cuerpo. "Estaba como escondido. No atemorizado, pero sí hundido. Para adentro. Y no quería eso para mi vida", recuerda de aquella etapa en la que alternaba el estricto adoctrinamiento del colegio religioso por la mañana, con la libertad artística contenida dentro del Instituto Vocacional de Arte Manuel José de Labarden por la tarde. Entonces llegó la democracia y, con ella, su completa metamorfosis en “Mosquito”.
"La asunción de Alfonsín la recuerdo como un combo. La noche anterior, con una gran amiga con la que hacía teatro, nos fuimos a un boliche gay. Era la primera vez que íbamos e íbamos a festejar porque era momento de salir de lo oscuro. Todavía era un pendejo y por ende carne de cañón de muchos carnívoros. Pero supe cuidarme y por eso lo viví como un festejo.
La voz grave de Mosquito apenas resulta audible para el grabador abierto al murmullo de cientos en el bar colmado de Rivadavia y Medrano. Nadie parece sorprenderse por su pelo rojo y, si no fuera por el saludo de algún mozo, hasta podría pasar desapercibido. Algo que en otros momentos probablemente le hubiera evitado un paso por la comisaría.

–¿Qué te acordás del clima que se vivía durante la dictadura?
–La dictadura es un concepto que no estaba ligado a mi vida. Desde que empecé a tener sentido común de lo que significaba y empecé mi proceso de adolescente, me empecé a rebelar. Ahí entré a militar a la Liga Argentina por los Derechos del Hombre. Estoy hablando de principio de los '80. Con mucho temor era esa militancia aunque no era tan consciente de lo peligroso que era ese monstruo. Pero en la mente del adolescente hay mucho de juego, épica, rebeldía.
–¿Y cuál fue el rol del arte en cuanto a espacio de refugio o resistencia en ese momento?
–Cuando surgió Teatro Abierto, para mi eso fue significativo y heroico. Un montón de artistas de renombre que para mí eran referentes muy importantes jugándosela, estando acá y haciendo teatro. Diciendo cosas entre líneas y todo un público, también jugándosela, yendo a verlos. Para mi ese fue un hito importante como respuesta a la dictadura. Después vino la bomba al teatro (El Picadero), pero la sociedad argentina no se amedrenta. En realidad tiene dos caracteres bien diferenciados: los valientes, más alla de que militen o no, y los cobardes que siempre están especulando para qué lado va la balanza y que tienen el lenguaje de lo reiterado, no elaboran su pensamiento propio. Del otro lado siempre se elabora el pensamiento propio, que coincide con otras personas y la suma da mucha gente que quiere una sociedad mejorada, más equitativa, con más derechos. La dictadura trató de hacer dormir a esa gente, dicho en un sentido poético, porque en realidad intentó matarla.
–¿Y vos, que estabas en una etapa de formación, cómo lo vivías?
–Mi escuela la sufría, era religiosa y, para mí, era milica. La realidad de la dictadura yo la vivía, impuesta, en el colegio. O sea, "lo normal" estaba ahí. El "cómo ser" desde el poder estaba allí. Lo otro, la verdadera realidad, la libertad, estaba en el Labardén. Donde iba a estudiar teatro y otras materias artísticas. Era como una isla. Y ahora entiendo cómo nos cuidaban la mente los profesores de ese momento.
–¿Te acordás de aquel 30 de octubre del '83, el día de la elección?
–Se que fui con mi viejo y mi hermano. Votamos a Alfonsín. En realidad mi viejo era del Partido Intransigente, le gustaba el Bisonte (Oscar Alende,) y mi hermano era comunista. Pero a nosotros nos hace votar a Alfonsín el cajón (con los colores de la UCR) de Herminio Iglesias que lo quema. Veníamos de una dictadura, de la época previa con la triple A, crímenes en la calle.…
–¿Y con la democracia se abrió otro mundo?
–Totalmente. Apareció el Parakultural, el mundo varieté, lugares de expresión artística muy importantes como El Vitral, el Rojas, Einstein, Ave Porco. Todos lugares que aparecieron de mitad de los '80 en adelante.
–Eso también significó recuperar la noche.
–Sí, pero a pesar de la libertad, de que había otras revistas, teatro, la gente se expresaba de otra manera, todavía ocurría algo nefasto. La policía seguía teniendo ese poder hijo de puta. La represión continuaba. Seguían los edictos. Entonces si eras "rarito" te llevaban. A mí han llevado durante la dictadura una vez y durante la democracia varias más. Claro que a medida que la democracia avanzó eso ya no existe. Hoy es otro mundo. Hoy es un mundo que celebro como ese primer día de la democracia, aunque muchos todavía se nieguen.
–Fue un proceso hacia la posibilidad de vivir esa libertad en el día, sin ocultarse…
–Totalmente. A partir de que empezó a avanzar todo, la situación era como que éramos tantos adentro de esos lugares interesantísimos que mencionaba, que hicimos como una explosión hacia afuera y ganamos la calle. Entonces empezamos a salir travestidos. Pero siempre quedó esa intuición, ese sentido común de cuidarnos entre nosotros.
–¿Y ahora se siente también una mayor protección por parte de las leyes?
–Sí. Por eso hablo de la importancia de este presente. Sobre todo de Kirchner en adelante. Porque en los noventa, con el nefasto del patilludo, que fue volver atrás, era como la dictadura pero sin aquella represión. Pero la represión igual aparecía por otros lados: por el hambre, por el proyecto económico que empezó a excluirte y era el sálvese quien pueda. Yo recuerdo a medida que avanzaban los '90 y se venía la crisis, era todo involución en términos económicos. Yo laburaba como loco y no ganaba un mango. Ya tenía mi nombre, era quien era, pero no llegaba a fin de mes. Uno se preguntaba adónde iba a terminar todo eso. Y bueno, terminó en 2001. Se veía venir. Los únicos que estaban bárbaro era la minoría económica de siempre, que se servía de nosotros.
–Participaste de las manifestaciones que se iniciaron en 2001, las asambleas populares, etcétera.…
–Sí. Pero honestamente me hubiese encantado que todo eso le hubiese sucedido a Menem. Porque él se lo merecía más que nadie. Pero el hijo de puta anterior, lo digo con todas las letras, que fue socio de los mayores hijos de puta del país, fue nefasto y siniestro. Un traidor al peronismo como nunca hubo. Y mirá que todo gran movimiento tiene sus traidores. Incluso el que estamos viviendo hoy también, con Massa y muchos intendentes. Y este señorito riojano con su socio, el pibe Cabeza, Duhalde, entregaron el país con bombos y platillos. Mi sensación era que no teníamos país. Se perdía. ¿Vamos a ser una colonia de quién? Era como un abismo en el que estábamos cayendo.
–¿Cómo afectaba ese momento en tu trabajo desde la improvisación?
–Se potenciaba por el discurso. Pero al mismo tiempo había que tener mucha imaginación para no caer en el desasosiego todo el tiempo y en lo lastimoso. Porque tampoco eso servía. Había que inventar siempre, crear para darle al público una señal de que las cosas podían ser de otra manera, de que íbamos a disfrutar igual. Pero la sensación era la de estar oblicuo a la vida.
–¿Así también viviste el período de la Alianza?
–La Alianza fue un engaño y mucha gente debería tener en cuenta esto hoy. Porque hay muchas alianzas que no sirven para nada: electoralistas y surrealistas. Porque vos ves quien está con quien y decís: no puede ser. Pero es que hay un sector de la sociedad que quiere ser engañada. Y hay otro que hace rato que no queremos ser engañados ni por nuestras parejas. Con esto no te quiero decir que dentro del Frente para la Victoria no haya personas engañosas, en la política siempre las va a haber. Pero yo lo veo más transparente. Lo engañoso se ve y rápidamente hay que limpiarlo y educarlo. Darle un correctivo. Eso hay que exigirlo como militante. En las otras alianzas no hay nada de eso, es sólo llegar y después vemos qué hacemos. Que obviamente será destruir lo logrado.
–Mencionaste que la identificación de nietos por parte de las Abuelas de Plaza de Mayo fue para vos un hito trascendental de estos 30 años de democracia (ver aparte) ¿se te ocurre algún otro?
–Cuando Kirchner bajó el cuadro de los milicos. Fue emocionante porque mi papá siempre me decía eso: cuándo llegará el día en que un presidente tenga las bolas bien puestas de frenar a estos hijos de puta y bajar los cuadros. Y bueno, mi papá hoy es hiper K. Tiene 89 años y es un tipo que tuvo su seno radical, después se hizo del Partido Intransigente, pero nunca se cerró. Siempre discutía y escuchaba. Y ahora defiende a Cristina a capa y espada. Por eso también a veces sufre, porque cuando va al banco a cobrar escucha a otras viejas y a veces las frena. Y lo agreden. Y yo le digo a mi papá que se quede tranquilo. "Tratá de no hablar", le termino diciendo a él lo mismo que él me decía cuando yo era chico. No hables tanto, cuídate más. Siempre hay que cuidarse de la derecha.
–¿Todavía?
–Siempre. Eso lo sé hasta el final de mi existencia. La derecha es un mal congénito. Es destructiva, construye sobre la destrucción del otro. La izquierda tiene otro concepto. Y a veces me enoja que no sepa ver el valor del pueblo y donde decide poner su voto. Eso no lo puedo comprender, y quiero entenderlo. Yo vengo de la izquierda y estoy de este lado. Y no me siento un pelotudo porque vivo con la gente, con el pueblo. No vengo con los libros o los filósofos. Porque yo como libros y como arroz con pollo, y me gusta disfrutarlo. «
Nos reíamos todo el tiempo, estábamos contentos. Fui muy feliz. Conocí a gente y di mi primer beso a otro hombre en ese contexto. Fue con mucha ternura. Me acuerdo que me levantó y me sentó sobre una mesa de billar, me miró a los ojos y me dio un beso. Fue lindo. Ahí quedó. Al día siguiente, me vestí con mis mejores ropas y me fui a la Plaza de Mayo solo. Escuché a Alfonsín hablar en un ambiente muy emocionante. Era un día de sol, creo que sábado. La gente ganando la calle, no había autos. Eramos todos amigos. Era vencer a la dictadura. Y cuando empieza la desconcentración me encuentro con el tipo que había besado la noche anterior. Fue mágico. Me hice su amigo después y no pasó nunca más nada. Porque para mí, lo que pasara con un tipo en ese momento tenía que ser muy importante. Porque había sufrido cosas de chico muy feas y no quería volver a eso. Yo quería vivir mi sexualidad de una forma amorosa."
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Por qué Mosquito
Fabio "Mosquito" Sancineto es una de las figuras más reconocidas surgidas del under porteño a fines de los '80. Excéntrico, provocador e incisivo desde su imagen hasta su lengua, Mosquito se erigió como referente indiscutido en la improvisación teatral a través de sus espectáculos y la enseñanza de esa técnica. Militante por la igualdad de género y por los derechos de las minorías, en los últimos años ha organizado el Festival Destravarte, donde se reúnen distintas expresiones artísticas de la comunidad trans. Actualmente actúa en el Teatro Cervantes y trabaja en el programa En mi propia Lengua de Radio Nacional.
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Tres décadas en una imagen: Los nietos recuperados
No es un hecho histórico específico, pero para mí fue importantísimo cuando empezaron a aparecer los nietos recuperados. Cuando eso empezó a hacerse real. Porque yo desde chico siempre tuve un concepto del nazismo que me hacía pensar qué pasaba con los sobrevivientes. ¿Cómo se encontraban? Me quedaba esa duda. Eso me quedó intacto y con nuestra dictadura, ver a las madres que perdían a sus hijos y las abuelas a sus nietos, era un dolor inmenso. Cuando me enteré que empezaron a aparecer los nietos fue muy emocionante. Y haber podido trabajar después en Teatro por la Identidad para mi fue muy significativo. Era como cerrar algo y, a la vez, abrir otra cosa. Yo las admiro mucho a las Abuelas, como a las Madres de Plaza de Mayo. Cuando escucho gente que las ataca me preguntó: ¿qué les pasa? Para mi el termómetro esencial de que este gobierno empezó a hacer las cosas bien, y por eso lo empecé a apoyar, fue cuando se acercaron a las Madres y Abuelas de Plaza de Mayo. Yo seguía el olfato a través de ellas.

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